EL HOMBRE QUE NOS HIZO SER A TODOS MEJORES. Por Juanra Vaquero

A Javi Suárez con toda mi admiración

Conocí a Javi Suárez cuando comencé a trabajar en Alcobendas. Venía de ejercer el periodismo deportivo en aquella mítica redacción del Plus con gente inolvidable como Marcos López, Manu Carreño o Josep Pedrerol. Hasta entonces, reconozco que no tenía ni idea de balonmano. No es que hoy sepa mucho, pero algo me defiendo. En caso es que, de súbito, me encontré un día comentando en Localia TV los partidos de aquel inolvidable equipo del Balonmano Alcobendas que hizo soñar a toda una ciudad con un estilo inconfundible de hacer realidad los sueños. Ése en el que estaban los Víctor Vigo, los Ricardo Donaire, los Andrés Epeldegui,...

He de reconocer que el grupo humano era inmenso. Gracias a ellos, una ciudad entera volvió a creer en el deporte. Por su entrega, por su raza, por su solidaridad, por su coraje, por su ingenuidad, por sus valores. Y él era el paradigma de todo aquello. Del amor a una camiseta, del trabajo al límite, del compromiso y del esfuerzo. El símbolo de los jugadores que se forjaban con mimo en Alcobendas y cuya raza se exportaba a toda España. Javi Suárez era el Deporte con mayúsculas. Durante casi dos décadas se dejó la piel por aquello que siempre amó. Lo dio todo por su club y con su forma de ser –juego limpio y máximo rendimiento- nos regaló siempre una lección de vida.

Repetiré hasta la saciedad que él fue, es, y será el Raúl González o el Manolo Sanchís del Balonmano Alcobendas. Y que un tipo como él mereció salir de ese club con los máximos honores. Siempre quedará en la memoria de toda una ciudad. Cosas del destino, como Raúl logró otro capítulo de oro en su carrera cuando menos se esperaba. El ascenso con Gualadajara a la Liga ASOBAL y la permanencia este año. Un broche de oro a una faceta deportiva jalonada de éxitos desde bien niño.

En lo personal, he de decir que Javi es una persona inmensa. Siempre ha solventado los problemas con fair play y una sonrisa. Está siempre al lado de quien lo necesita de veras, nunca permite una injusticia, es trabajador, honrado y honesto. Orgulloso de su mujer y sus hijos, su familia tiene sobrados motivos para estar inmensamente feliz con él. Jamás he conocido a un compañero que me haya hablado nada malo suyo. Y pocos, les aseguro, pueden decir algo similar. Por algo será.

Javi Suárez no cuelga ahora las botas aunque se retire. Su forma de ser en la pista quedará en la memoria de compañeros, aficionados, rivales, periodistas, amigos, y de cada uno de los sitios donde dejó su impronta. Que no han sido pocos. Se retira un gran jugador. Pero nos queda la persona. La inmensa persona. Esa no se marcha. Gracias a ti hoy somos un poco mejores. Al conocerte, un día engrandeciste nuestras vidas. Nunca lo olvides.