Talento en estado puro
Me encanta ver los teatros llenos. Es una debilidad, un síntoma de que no todo está perdido. Dicen que la crisis se nota en los distintos sectores y que la vida del actor, salvo en ocasiones contadas, siempre ha sido complicada. En honor a la verdad, las últimas funciones que he visto mostraban un patio de butacas exultante, ajeno a las dificultades económicas que atraviesa (casi) todo el mundo. Y me alegro: porque las historias brillantes te hacen mejor persona y emplear tu dinero y tu tiempo en ello –idealismo desatado- contribuye a frenar la mediocridad.
Más allá del fútbol de altos vuelos que protagoniza la trepidante actualidad deportiva internacional con un Barca virtuoso pero impotente y un aguerrido Madrid de eficaz pelotazo, las artes escénicas nos permiten evadirnos de la realidad con múltiples propuestas. Corred a buscarlas, que quiero prometer y prometo que el teatro goza de muy buena salud. En Madrid, Barcelona, Murcia, Valencia, A Coruña... Para todos los gustos. Talento en estado puro. Y preguntas inteligentes: “¿Cómo puede ser que durante todo el año vivamos absorbidos por nuestro trabajo, incapaces de llevar con plenitud nuestra vida afectiva, y que de pronto en verano nos juntemos llenos de ansiedad por disfrutar al máximo?”. La respuesta, en La Abadía (Madrid). Otra joya de la cartelera. Otro gol por la escuadra al gris dominante.
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