Buenafuente en un pedestal
Leo con cierta tristeza que el programa de uno de los mejores maestros de ceremonias de este país se acaba en verano. Que los cómicos se toman un respiro, acaso unas vacaciones fructíferas que nos los devuelvan más motivados y radiantes. Que La Sexta pierde otro feudo de la resistencia inteligente. Que el público, más o menos incondicional, echará de menos la osadía de Andreu y una escuela de humoristas en permanente estado de gracia. El Terrat, pese a los malos tiempos para la lírica, es La Masía de la carcajada, la originalidad y la incorrección reflexiva. Menos mal que sigue en pie de guerra, disparando metralla chistosa, casi siempre crítica y pocas veces banal, en distintos frentes. Y se agradece. Y no se valora hasta que llega una noche sin risas en la tele, con carcoma sentimentaloide, sin ideas: con mucho ruido y escasas nueces.
Entre tanto, uno debe sentirse en deuda con quienes le hacen crecer personal y humanamente. Y en esa cultura que atesoramos a lo largo de la vida, guardo un rincón irreemplazable para los humoristas. Monty Phyton, Hermanos Marx, Chaplin, Keaton, Woody Allen, Faemino y Cansado, Gila, Tip y Coll, Martes y Trece, Gomaespuma, Wyoming, Muchachada…Gente con un talento único para desmontar la seriedad y el tedio. Tipo con una brillantez formidable. En esta ocasión, aunque sabemos que volverán con aires renovados, gracias a todos los que pasaron por el plató: Berto, Niña de Shreck, Ana Morgade, Neng de Castefa, Chiquilicuatre, Joan Eloi y la banda, Palomino, Santi Millán, Follonero, Corbacho, Buenafuente… Qué grandes sois, amigos.
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